Ayer visité "El Gallinero", junto con algunos de mis compañeros del instituto. Fue muy impactante observar como convivían entre ellos, ya que cuando nosotros, españoles, llegamos, no se mostraron muy contentos. Uno de ellos me dijo, con perdón de la expresión, "que me fuera a mi puta casa". Yo no me mostré molesta porque entiendo que haya personas a las que no les gustase nuestra presencia por la sencilla razón de que seamos españoles. Nosotros no fuimos con ninguna intención mala allí, ni a molestar a nadie, simplemente a ver otra realidad, amarga realidad.
Lo más impactante y sorprendente que vi fue a una niña de 2 o 3 años descalza, por aquella oscura tierra llena de infecciones y enfermedades. Esa imagen se me quedó grabada en la cabeza y que va a ser muy difícil de olvidar por la dureza de la situación que viven.
Cuando se montaron en el autobús, todos sentimos un poco de miedo, ya que no se mostraron tranquilos sino eufóricos por estar con nosotros. Todos reclamaban nuestra atención y era como si necesitaran cariño de nosotros, ese cariño que ningún español le habíamos mostrado, salvo Paco Pascual y algunos voluntarios que esos si que son realmente héroes...
Esta excursión ha marcado un antes y un después en mí y retiro todo lo dicho en clase de Ciudadanía. Todos se merecen una oportunidad en esta vida, y mucho más esos niños que andan descalzos y que tienen unos ojos de tristeza de los que es difícil escapar. Es muy duro ver ese barrio (si a "eso" se puede llamar barrio) y esas chabolas en la que es difícil pasar un largo y frío invierno y en el que el único calor que existe es el de la familia, la cual muchos carecen, por desgracia, de ella.
Cuando llegamos a la iglesia, había un drogadicto que yo, desde mi punto de vista, creo que quería llamar la atención. Se estaba pinchando y también había un hombre que salía de allí en coche que yo pienso que se había peleado con otros, el cual le estaba tirando piedras al coche y dándole patadas.
Ya dentro de la iglesia, nos prepararon una especia de degustación de comida rumana, muy diferente a la comida española. También pasamos a la pequeña iglesia que había, donde nos pusieron un vídeo de una canción de rap. Su letra era totalmente equivalente a la situación de todas aquellas personas que vivían allí. Paco Pascual "intentó" decirnos unas palabras, pero fue tanta la emoción que sintió de recibirnos que no puedo hablar. Creo que en ese momento todos nos emocionamos, porque fue ahí cuando todos nos dimos cuenta de la situación tan dura en la que viven.
En el parque de atracciones TODOS nos divertimos mucho y aprendimos a convivir todos sin distinción de raza ni color, simplemente como una única raza humana de la que todos formamos parte. Inmaculada ♥
http://yunco.blogspot.com/2011/05/el-gallinero-una-amarga-realidad.html
1 comentario:
No merece la pena tal reconocimiento a mi artículo, ya que yo lo he hecho de corazón y porque los que merecen estas cosas son ellos. Muchas gracias, de verdad.
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