
Las emociones en los Magos y quienes les acompañaban eran capaces de emerger, a pesar del frío, por la sensibilidad de esas niñas que habían dejado preparados tres vasos de leche con galletas o quienes dejaron escrita una pequeña nota de agradecimiento a sus Majestades. También una de las madres contó a los Magos que su hijo la había regañado al poner esta una cadena en la puerta no fuera a ser que Sus Majestades no pudieran entrar.
Una vez más la ilusión, la crianza y la inocencia de los más pequeños siguen dando razones para sobrevivir en este mundo donde hay otros niños y niñas a quienes se expulsa en las vallas fronterizas, o de quien sus responsables protectores no hacen caso, como los pequeños de Melilla, o aquellos otros en Europa o Madrid desaparecidos por la irresponsabilidad de quienes nos administran.
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